noviembre 17, 2020
6:50 pm
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Todos en nuestro interior tenemos un niño; es nuestro niño interior. Ese niño vive sujeto a todas las experiencias de amor o de dolor que vivimos en nuestra niñez y que pueden repercutir en nuestra salud mental cuando llegamos a la vida adulta.
Las experiencias vividas en nuestra infancia determinan nuestra calidad de vida cuando somos adultos. Hay heridas emocionales de la infancia que dejan huellas profundas y traumáticas, que nos impide llevar una existencia plena, nos incapacitan para tomar decisiones o afrontar los problemas con madurez, es fundamental conocerlas para poder sanarlas.
Los signos de esas heridas psicológicas se evidencian de diferentes maneras: estados de depresión, ansiedad, inseguridad, miedo, fracaso en las relaciones afectivas, pensamientos obsesivos, vulnerabilidad hacia determinados trastornos, problemas del sueño, actitud defensiva o agresiva, desconfianza…
Un ser dividido es un ser débil, que nunca llega a lograr lo que tenía predestinado como alma al venir a este mundo. Esto hace que se genere un vacío indetectable angustiante que no permite disfrutar de la vida, ni desarrollar todo el potencial existente.
¿Que produce esto?
¿Por qué es tan difícil encontrarnos a nosotros mismos?
¿Cómo puedo resignificar mi vida?
¿Por qué surgen? ¿Cuál es su causa?
Psic. Carlos Pizo
Psicoterapeuta. Especialista en psicología transpersonal y psicología integrativa.
Creador del método A.M.A de individuación y trascendencia.
Facilitador de procesos de formación en desarrollo personal y empoderamiento. Co – creador del Centro Integral del Ser, centro de psicología que ofrece servicios integrales, ubicado en la ciudad de Popayán